Comienza una nueva vida para el 'hombre-árbol' de Bangladesh
Ni siquiera en sus mejores sueños Abul Bajandra pensó que viviría para ver este día.
Acostado en una cama de un hospital en Daca, Bangladesh, el llamado "hombre-árbol" está a solo unas horas de la primera ronda de cirugía que cambiará su vida.
Él padece la extraña enfermedad epidermodysplasia verruciformis, también conocida como la enfermedad del "hombre-árbol", que causa lesiones similares a las verrugas.
"No creo que pueda dormir esta noche. Para un pobre como yo, de una parte remota del país, esto es demasiado bueno para ser verdad"
Bajandra tiene ramas que crecen de sus dedos, palmas de las manos y pies.
"He luchado durante 10 años y soporté el dolor", dice Bajandra. "Quiero ser capaz de empezar a trabajar de nuevo".
Ya no podía realizar ninguna actividad por sí mismo, ni comer, ni beber, ni cepillarse los dientes ni tomar una ducha. Él confía en su esposa, Halima. Incluso su hija de tres años de edad ayuda.
"Esto es casi lo único que puedo hacer con mi mano", sonríe Bajandra mientras se rasca la nuca.
"Quiero vivir como una persona normal. Solo quiero ser capaz de mantener adecuadamente mi hija y abrazarla. También estaría comer con mis propias manos”.
Bajandra notó por primera vez los inusuales crecimientos en sus piernas hace 10 años. Visitó al médico local que le dio una medicina que no le ayudó. Los crecimientos continuaron. Tres años más tarde, ya no podía trabajar. Sus dedos estaban completamente cubiertos por tentáculos similares a corteza.
Los periodistas que cubrían una elección local a principios de este año lo vieron y las imágenes de su condición rápidamente acapararon los titulares nacionales.
Fue entonces cuando el Dr. Samanta Lal Sen, presidente de la Sociedad de Cirujanos Plásticos en Bangladesh, dispuso que lo llevaran a la capital del país. El gobierno decidió entonces asumir el coste de su tratamiento.
"Nunca hemos hecho este tipo de operación, por lo que esto también es algo extraño para nosotros”, dijo el Dr. Sen, uno de los cirujanos plásticos más importantes de Bangladesh.
Cuando inicia la operación, un equipo de nueve médicos, dirigido por el Dr. Sen, comienza a eliminar las verrugas con un láser. Se quema el tejido muerto, capa por capa. Su principal reto es no destruir alguno de los nervios principales.
En el exterior, la familia de Bajandra espera ansia. Su hija llora, gritando el nombre de su padre. "Abu vendrá de nuevo con nosotros. Va a estar bien", dice Halima, tratando de consolarla.
Las lágrimas ruedan por las mejillas del padre de Bajandra, mientras su madre se sienta en una esquina a rezar.
Largo camino por recorrer
Después de casi tres horas, el Dr. Sen sale de la sala de operaciones y levanta los dos pulgares para arriba.
La operación se ha realizado correctamente.
"Hemos sacado la mayor de su mano derecha. Ahora tiene que recortarse aún más en unas pocas semanas. Luego tenemos que operar la mano izquierda y los pies, seguido de un injerto de piel en todos ellos", explica el cirujano.
Añade que todo el proceso se llevará en entre seis meses y un año.
La cuestión clave es si las verrugas crecerán de nuevo. No hay cura para la enfermedad, por lo que los médicos del hospital no puede dar ninguna garantía.
"Me siento contento, me siento más ligero", sonríe Bajandra, cansado en la sala de recuperación.
El Dr. Sen entra y le explica qué hicieron con su mano derecha, así como qué planean hacer durante su próxima ronda de cirugía en tres semanas.
Bajandra no parece captar todos los detalles, pero al menos sabe esto: por primera vez en 10 años, al menos, una de sus manos tiene forma de mano.
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