Los transgénicos son organismos que han sido modificados genéticamente, intercambiando genes con otras especies, la mayor parte son plantas destinadas a la alimentación.
Hay que diferenciarlos de los híbridos, que son desarrollados por cruces a través de métodos convencionales que se realizan en variedades iguales o similares. En este proceso, los híbridos: las mismas secciones de información genética de la especie, conocida como ADN (ácido desoxirribonucleico) se intercambian con los mismos cromosomas (cuerpo del núcleo de la célula que alberga al ADN), pero los genes casi siempre quedan exactamente en el mismo orden y en las mismas ubicaciones dentro de los cromosomas. En el caso de los transgénicos, en ningún caso se tiene control de dónde en la cadena cromosómica se inserta la nueva característica.
Los transgénicos se dividen en dos grandes grupos:
Resistentes al herbicida glifosato (y conteniendo cantidades de uno de los pesticidas más potentes del mercado) y Tolerantes a insectos (Desarrollan características genéticas insecticidas).
Resistentes al herbicida glifosato:
Desarrollan una planta que es resistente al herbicida de la propia compañía que vende las semillas. Generalmente es en la soja. El herbicida rociado acaba con toda brizna de cualquier hierba, excepto con estas plantas. Este herbicida se llama Roundup Ready o Glifosato.
Las plantas resistentes a herbicidas a parte de tener un riesgo para la salud humana por sus modificaciones genéticas, contienen grandes cantidades de herbicida, de los que se ha demostrado que perjudican también al ser humano de muchas formas; cáncer, provocando malformaciones congénitas o abortos. (Ver estudios de Gilles Eric-Seralini). Es más, las plantas resistentes a este herbicida aún resistiéndolo, tienen un desarrollo menor, pues la fotosíntesis y la absorción de nutrientes vitales del suelo es menor. La soja transgénica está relacionada con la esterilidad y alta mortalidad infantil, malformaciones congénitas y bebés de poco peso al nacer.
Tolerantes a insectos:
Desarrollan una planta con un gen tóxico, insecticida, basados en la utilización de la toxina del Bacillus Thuringiensis, a la que ni las hormigas se acercan. La bacteria Bacillus Thuringiensis (Bt) produce una serie de proteínas que agujerean el tubo digestivo de las larvas. generalmente en el maíz. Las hormigas o gusanos no se las comen porque al primer bocado mueren, pero ellos esperan que tu te lo vayas comiendo poco a poco, dosis a dosis, acumulando los efectos en tu organismo.
Algunos de los efectos negativos potenciales más conocidos:
Recombinación de virus y bacterias dando origen a nuevas enfermedades.
Transferencia de la resistencia a antibióticos.
Generación de alergias.
Mayor nivel de residuos tóxicos en los alimentos.
Efectos desconocidos y no previsibles, incluso mortales.
Efectos secundarios de farmacéuticos transgénicos.
Resumen:
Todos los seres vivos tienen en el núcleo de las células, en los cromosomas, conformaciones específicas, llamadas genes, que codifican una determinada característica de ese individuo. Por ejemplo, son características genéticas el color de una mazorca de maíz, de los ojos y piel de una persona, o las manchas en el pelaje de un animal, la forma de las orejas, etc. Los seres vivos intercambian genes entre sí naturalmente, comúnmente a través de la reproducción, pero también a través de la actividad de virus, bacterias y plásmidos. Este intercambio se ha dado siempre entre especies compatibles entre sí, o muy cercanas, como una yegua y un burro, o plantas “emparentadas”, como la colza y el rábano silvestre, es decir, taxonómicamente cercanas.
Con el advenimiento de la llamada ingeniería genética, se hizo posible transferir genes específicos de un organismo a otro, aun cuando no exista ninguna forma de compatibilidad de los organismos entre sí, y hacer que estos genes foráneos se expresen en el organismo receptor.
Por ejemplo, se han insertado genes de peces en papas y en fresas, para trasmitirle la característica de resistencia al frío, genes que codifican toxinas de bacterias a vegetales, para trasmitirle toxicidad a insectos, genes de crecimiento humanos para alterar la producción de hormonas en ganado, aumentando la producción de leche; y un largo etcétera.
No se trata solamente de insertar el gen con la característica buscada. También hay que lograr que el nuevo gen se exprese en el organismo receptor. Para ello, se utiliza un gen “promotor”. Actualmente, en el 99% de los transgénicos se utiliza el promotor del virus del mosaico de la coliflor(CaMV). Además, como las tecnologías disponibles para la transferencia tienen un amplio margen de error, se inserta también un gen “marcador”, que con su presencia indica si se realizó la operación. En este caso, se ha usado ampliamente genes de resistencia a antibióticos, pero hay otros marcadores, que en muchos casos también provienen de virus o bacterias.
Por otra parte, se utilizan bacterias, virus y plásmidos (ADN indepediente dentro de alguna células, con gran capacidad migratoria y de recombinación) como vectores, es decir como vehículos para infectar al organismo receptor, transfiriéndole la nueva información genética.
Otra tecnología de transferencia, es a través de la llamada biobalística, o cañón genético, por la cual, una vez hecha la construcción del “paquete” con promotor, gen buscado y marcador, éste se adosa a una microbala de tungsteno u oro y se dispara contra células del organismo receptor, pegando dentro y/o fuera de la célula, dentro y/o fuera del núcleo, dentro y/o fuera del cromosoma. En ningún caso se tiene control de dónde en la cadena cromosómica se inserta la nueva característica.
La ingeniería genética tiene tantas incertidumbres e imprecisiones, que autores del ámbito científico han cuestionado que se pueda denominar “ingeniería”1.De hecho, en su estado actual, si la comparamos con la ingeniería civil, sería como ir construyendo un puente tirando ladrillos al otro lado del río para ver si caen en el lugar correcto, usando sólo los que hayan servido medianamente a tal efecto, y dejando en el lecho del río lleno de materiales que no se conoce que efecto pueden tener. Con el agravante de que esos materiales están vivos, se reproducen y tienen su propio ámbito de acción.
¿Cuáles son y dónde están?
A nivel global, la soja con resistencia al herbicida glifosato (soja Roundup Ready o soja RR por su nombre comercial), es con mucha distancia, el cultivo transgénico mayoritario en área cultivada, seguido por el maíz con resistencia a insectos (Maíz Bt) y/o a herbicidas y la colza-canola con Bt y/o resistencia a herbicidas. Luego siguen una serie de cereales y cultivos horti-frutícolas mucho menores en área cultivada.
La Unión Europea en su conjunto decretó a mediados del 99 una moratoria de facto por un mínimo de tres años contra el cultivo y comercialización de todos los transgénicos en agricultura.
Los transgénicos cultivados en el mundo hasta 19982 se repartían en dos grandes grupos: 71% fueron cultivos con tolerancia al herbicida propiedad de la compañía que vende la semilla, el 28% siguiente fue tolerancia a insectos, basados en la utilización de la toxina del Bacillus Thuringiensis, y sólo el 1% restante tenía otras características, como resistencia a virus, o una combinación de las dos anteriores. Ambas características son para beneficio –prácticamente exclusivo- de las compañías multinacionales que tienen las patentes de esos cultivos y agroquímicos.
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