Todos conocemos a personas que aparentan una edad muy inferior a la que tienen. Se trata de un fenómeno natural que siempre hemos atribuido a factores estéticos: si una persona está en buena forma, no es calva y no tiene canas, parece automáticamente más joven. Pero un nuevo estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences muestra que hay personas que realmente no envejecen o lo hacen mucho más despacio.
El equipo dirigido por , ha examinado la evolución de 1.000 hombres y mujeresneozelandeses, de la misma generación (1972-73) y que han vivido siempre en el mismo pueblo: Dunedin. Los investigadores se fijaron en 18 marcadores que, según han evidenciado estudios anteriores, constituyen las principales muestras de envejecimiento: la presión arterial, la capacidad respiratoria, los niveles de colesterol, el Índice de Masa Corporal, la inflamación, la integridad de los telómeros
En la mayoría de los participantes del estudio se evidenció un deterioro de estos marcadores en ocasiones, por encima de la media pero, sorprendentemente, tres de los participantes no mostraron ningún signo de envejecimiento en los 12 años que duró la investigación. Su declive biológico fue de cero años e incluso parecían más jóvenes, un fenómeno que, según Belsky y sus colegas, podría revelar vías moleculares y conductuales del rejuvenecimiento.
El ambiente importa más que la genética
La mayoría de investigaciones sobre el envejecimiento se centran en sujetos de edad avanzada, algo que Belsky considera poco acertado, pues el proceso de deterioro de nuestro cuerpo se da a a lo largo de toda nuestra vida. Lo novedoso de este estudio es que ha estudiado el deterioro de personas jóvenes, que tenían 26 años cuando comenzó la investigación, por lo que los cambios fisiológicos propios de la vejez todavía no se habían manifestado.
Ahora bien, entre los 26 y los 38 años muchos de los participantes, que tuvieron que realizar ejercicios de habilidad propios de un geriátrico, mostraron un claro declive, muy similar al que se da en personas más mayores.
Los investigadores planean seguir estudiando a los participantes: la siguiente oleada de resultados se entregará cuando cumplan 45 años. Los investigadores han identificado diversos factores relacionados con un menor envejecimiento, aunque estos no son demasiado sorprendentes: llevar una dieta sana baja en grasas y sal, mantener un peso adecuado, no sufrir estrés, tener un fuerte sistema inmune, practicar ejercicio de forma regular y no fumar.
La buena noticia, como explica Belsky en el estudio, es que todos podemos incidir en nuestro envejecimiento ya que, como poco, el 80% de éste depende de factores ambientales, no genéticos. Su intención, en cualquier caso, es encontrar la forma de intervenir en el proceso de envejecimiento en su conjunto. A medida que nos hacemos viejos crece el riesgo de padecer todo tipo de enfermedades, asegura Belsky. Para prevenir de forma simultánea la aparición de todas ellas debemos atacar al envejecimiento en sí.
Los investigadores planean seguir estudiando a los participantes: la siguiente oleada de resultados se entregará cuando cumplan 45 años. Esto es sólo el principio, asegura Belsky. El siguiente paso es saber en qué nos puede ayudar esta información. Una de las cosas para las que puede ser útil es la identificación de las causas que aceleran el envejecimiento, para que podamos frenarlo. También será de ayuda para evaluar las terapias que pueden retrasarlo”.
Cambiar nuestros hábitos nos puede ayudar
La vida que llevamos hace que muchos suframos múltiples desórdenes de nuestros hábitos, tengamos estrés crónico con momentos de extrema ansiedad, falta de energía y un descuido de nuestro cuerpo. Y, lo peor de todo, la pérdida de interés por dedicarle más tiempo a buscar una alimentación consciente y saludable y a darnos más tiempo para la actividad física.
El tiempo el gran mal del mundo moderno, el sedentarismo, el acceso a las comidas rápidas y el consumo de bebidas saborizadas con exceso de azucares simples (muy dañinos porque aportan calorías huecas que dan energía que se agota rápidamente) y la constante repetición de una alimentación de mala calidad se suman a otros estimulantes como la cafeína, el tabaco, el alcohol, los almidones y las harinas -fuentes fáciles para recuperar energía, pero con gran costo porque dañan el metabolismo.
Por otra parte, la ingesta de grasas trans altera el equilibrio del metabolismo interno y el aumento del colesterol y de los triglicéridos, incrementa los riesgos de enfermedad cardiocirculatoria con aumento de la tensión arterial, aterosclerosis, infarto cardíaco y de accidentes cerebrovasculares.
Desde jóvenes, y debido a esto, presentamos estados de sobrepeso, obesidad y de prediabetes y, en promedio, se declara diabetes entre los 45-50 años, algo que complica la salud demasiado tempranamente.
Al tomar conciencia y darnos cuenta de que esto no es vivir la vida sino padecerla. Es el momento, entonces, de medir parámetros de desgaste orgánico por mal manejo del estrés y de crear nuevos hábitos saludables para prevenir este acelerado envejecimiento. Desde la medicina antiedad o anti-aging se pueden corregir las deficiencias orgánicas.
Es en ese mismo instante cuando desafiamos al destino: si nos corremos de este estado de “mal uso” de la salud, al que por ignorancia estamos ayudando a empeorar, podemos torcerlo.
Tips para lograrlo
Evitá el sedentarismo, realizá actividad física y no olvides consultar con un especialista.
Disminuír al mínimo la ingesta de azúcares simples.
Escapale a la comida chatarra.
Reducír el consumo de cafeína, alcohol y tabaco.
Evitár los dulces y los carbohidratos (como el pan y las pastas).
Agregár cereales integrales a la dieta dado que aportan fibras que ayudan a combatir el sobrepeso.
Dormrí las horas necesarias y tratá de alcanzar un sueño placentero.
Realizá alguna actividad que te produzca placer.
Cumplír con los correspondientes chequeos médicos.
¡Disfrutá de la vida!
Para respetar el cuerpo del futuro hay que comer para vivir, para sanar, para activar y mantener nuestro sistema de defensas y dejar que nuestros genes tuerzan el destino y nos den un feliz estado de salud.
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